Saturday, November 04, 2006

Antinatural

El día que haya que votar si se enciende el mechero o no se enciende todos nos querrán joder. A cada cual se le ocurrirá una idea más absurda según la cual sólo se deba permitir al ser humano vivir, a lo sumo, cien años. A la cabeza de la protesta irá la antinaturalidad, claro.

Seguramente antes de eso habrá que pasar por otras muchas, como: "¡¡¿¿Que el niño se críe fuera de la panza de una madre??!!, ¡Díos mío!, ¡qué aberración!, ¡¡¡¡es contra-natura!!!!" (esto último dicho con verdadero terror apocalíptico).

Aberración, aberración... Ese bulto sí que es una aberración.

Y aún hay que dar las gracias de vivir en este siglo... Seguro que algunos atrás, más de un antinatural soñaba con lo bien que nos iría cuando los avances hicieran desaparecer las estupideces de las cabezas... No imaginaban, pobres, lo bonito que es ir con el IPod en la mano asustándote de lo antinatural.

A ver lo que hay que esperar.

Sunday, August 06, 2006

Atención, aquí y ahora.

Me pasa desde que era pequeña, quizás más entonces.

Yendo en el asiento de atrás del coche, estando tirada sobre la cama, en medio de una conversación... Uno pierde el contacto con el presente, con la gente que tiene hablando alrededor, con lo que le está pasando, lo que le ha pasado a lo largo del día y lo que viene a continuación, y de pronto uno está sólo dentro de su cabeza. Hasta aquí todo normal.

El fenómeno viene después. Sucede que a veces no salgo de ese estado lentamente, como si fuera algo normal: antes pensaba en mis cosas, ahora vuelvo al mundo. A veces he olvidado por completo qué es el mundo, en cuestión de unos segundos. Y entonces, la sorpresa es gigantesca. De pronto llegan a la cabeza unas nociones de lo que estoy haciendo, lo que he hecho y lo que pasará a continuación, y suena la frase: "Pero si es que vivo".

Es algo rapidísimo, como un golpe en el cráneo, y el impacto es tan fuerte que parece que no pueda aguantarlo, que sea incapaz de creérmelo, y por ello vuelva a olvidarlo otra vez al instante, hasta que un segundo después otro golpe, igual de sorprendente que el primero, me hace volver a aterrizar durante unas milésimas. El proceso se repite a toda velocidad muchas veces, hasta ocho, diez, doce...: ¡pero si es que vivo!, me acostumbro, ¡pero si es que vivo!, me acostumbro... Y entonces se pasa, en una de ésas el mundo vuelve a parecer normal, y ahí se queda.

Es una ráfaga de pequeños momentos de consciencia de lo extrañísima que es la existencia. No cualquier existencia, la mía concretamente. Estar por aquí es muy raro, pero que además todo sea tal y como es, con todos esos detalles, es más alucinante aún. Bien es cierto que la probabilidad de que fuera de cualquier otra manera es la misma... pero el caso es que no es de otra manera, es así. Si fuera de otra manera me parecería igual de raro.

Normalmente no lo pienso, claro. Sería imposible hacer nada si andara todo el día así. Pero en esos momentos de haber estado por unos minutos en otro lugar, al volver aquí como si despertara ante los gritos de los mynahs de la isla de Pala, la sensación, cada una de las rápidas y sucesivas veces que se produce, es abrumadoramente clara. Y asusta. Uno no quiere creérselo, y al mismo tiempo sabe que cuando acabe la ráfaga tendrá que haberlo asumido. Y así lo hace, con las mismas vuelve a zambullirse en todo tal y como está, y se sigue paseando por aquí como si tal cosa...